21 jul 2007

HISTORIA DE LOS ELFOS DE SANGRE

CONTINUACION
Sedientos de venganza, los trols Amani se unieron y lanzaron una terrible campaña para destruir a la civilización elfa para siempre. Los elfos nobles estaban totalmente superados en número. El rey de Quel'Thalas, Anasterian Sunstrider, buscó desesperadamente aliados que le ayudaran en la guerra y por este motivo el rey formó coalición con la nación humana de Arathor.

Los elfos enseñaron a unos pocos humanos a usar la magia. Con estos nuevos magi y los ejércitos de Arathor, los elfos nobles resultaron airosos destruyendo la base de poder trol. El imperio Amani nunca se recuperaría por completo de su derrota.

Quel’Thalas se había salvado y los elfos nobles juraron lealtad y amistad a la nación de Arathor y a la línea de sangre de su rey, Thoradin. El resultado de la alianza entre Arathor y Quel’Thalas fue en nacimiento de la nación de magos de Dalaran donde los humanos y los elfos estudiarían magia durante los años venideros.
Los aislacionistas elfos no prestaron mucha atención a los sucesos de la Segunda Guerra. Sin embargo, proporcionaron apoyo a la Alianza de Lordaeron, ya que el último descendiente del Rey Thoradin, Lord Anduin Lothar, dirigía las fuerzas militares de la Alianza. Los elfos nobles no habían olvidado su juramento.
Durante la Tercera Guerra, el malvado príncipe Arthas Menethil arrasó Quel'Thalas, exterminando a casi toda su población y reduciendo grandes extensiones del poderoso reino a cenizas en su búsqueda de la Fuente del Sol. Pero no todos los que cayeron ante Arthas permanecieron muertos: su valiente archienemiga, la General Especialista Silvanas Brisaveloz fue alzada como no-muerta para servir al despiadado príncipe como una poderosa y atormentada alma en pena.

Cuando los ejércitos no-muertos se acercaron a la Fuente del Sol, un elfo noble llamado Dar'Khan Drathir (que esperaba ganarse el favor del Rey Exánime) ayudó a Arthas, bajando los escudos que rodeaban la Fuente del Sol. Su traición dio lugar a una explosión que lo dejó inconsciente y dispersó la mayor parte de las energías de la Fuente del Sol.

El mago Borel (también conocido como Krasus y el dragón Korialstrasz) sintió cómo se liberaba la energía mística y tuvo éxito al atrapar una parte de ella dentro de un avatar que se hacía pasar por una joven humana, Anveena. Ignorando la hazaña de Borel, Arthas usó las energías restantes de la Fuente del Sol para reanimar el espíritu de Kel’Thuzad en la forma de un exánime de pesadilla.

Como resultado de la batalla, el rey Anasterian yacía muerto junto a los miembros de la Asamblea de Lunargenta, el cuerpo gobernante de los elfos nobles. Lor’theman Teron, segundo al mando de Sylvanas Brisaveloz, asumió el liderazgo de los elfos nobles temporalmente, en nombre del verdadero heredero del trono, el Príncipe Kael’Thas Sunstrider que todavía estaba en Dalaran. Los pocos elfos nobles que sobrevivieron a la invasión de la Peste pronto enfermaron y se volvieron apáticos.

Estaba claro que se habían vuelto adictos a las energías arcanas de la Fuente del Sol. Al estar siendo recargados constantemente de magia había cambiado su raza de forma fundamental. Ahora que la fuente de su magia había desaparecido, estaban conociendo los afilados colmillos del mono.

Entonces la Horda reclutó a trols Amani para sus filas. Poco después, la Horda quemó las tierras fronterizas de Quel’Thalas y masacró a muchos civiles elfos nobles. Furiosos ante esta destrucción de la vida, los elfos dedicaron todos sus recursos a la guerra.

Para cuando se consiguió rechazar a la Horda, los orcos y los trols ya habían logrado su verdadero objetivo: robar y profanar muchas de las Runestones del escudo defensivo elfo. El brujo Gul'dan utilizó las piedras robadas para crear su malvado Altar de la Tempestad.

Pero a pesar de esto, la Alianza ganó la Segunda Guerra y la mayor parte de los orcos derrotados fueron enviados a campos de internamiento. Tras la guerra, el coste de la reconstrucción fue significativo, sobre todo cuando se le añadía el de mantener los campos de internamiento. Sin un enemigo común, las naciones humanas empezaron a discutir por territorios. Para empeorar las cosas, los elfos nobles se separaron abruptamente de la Alianza, culpando al pobre liderazgo humano de los bosques quemados de Quel'Thalas. Los elfos nobles se fueron distanciando más y más de sus aliados humanos y enanos.

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