28 jul 2007

HISTORIA DE LOS DRAENEI


Hace casi veinticinco mil años, los eredar aparecieron en el mundo de Argus. Eran extremadamente inteligentes y tenían una afinidad natural con las diversas formas de la magia. Gracias a estos dones, crearon una sociedad enorme y maravillosa.
Por desgracia, los logros de los eredar atrajeron la atención de Sargeras, el Destructor de Mundos. Él ya había comenzado su Cruzada Ardiente para erradicar la vida del cosmos y creía que los brillantes eredar serían vitales para liderar el enorme ejército demoníaco que estaba reuniendo. Así pues, contactó con los tres líderes más importantes de los eredar: Kil'jaeden, Archimonde y Velen. A cambio de la lealtad de la raza eredar, Sargeras les ofreció poder y saber incalculables.
Aunque la oferta sonaba muy tentadora, Velen tuvo una visión del futuro que lo llenó de horror. Sargeras había dicho la verdad: los eredar que se unieran al Titán Oscuro obtendrían, sin duda, un poder y una sabiduría enormes. Sin embargo, los eredar se transformarían en demonios.
Velen vio a la Legión en todo su terrible poder y contempló la destrucción que desataría sobre toda la creación. Se apresuró a avisar a Kil'jaeden y Archimonde, pero estos, seducidos por las promesas de Sargeras, ignoraron su preocupación . Le ofrecieron su lealtad y fueron transformados en seres colosales de demonios de una maldad colosal.
El poder de Sargeras hacía impensable la oposición directa. Velen estuvo a punto de perder toda esperanza, pero sus súplicas de ayuda fueron escuchadas. Un ser acudió ante él y le explicó que era uno de los naaru, una raza de seres de energía dedicados a detener la Cruzada Ardiente. Los naaru le ofrecieron llevarlo junto con los que pensaran como él a un lugar seguro.
Profundamente aliviado, Velen reunió a los otros eredar que se habían negado a unirse a Sargeras hasta el momento. Haciéndose llamar a si mismos los draenei o “exiliados” en el idioma Eredun, los renegados escaparon a duras penas de Argus, con la Legión Ardiente pisándoles los talones. Kil'jaeden estaba furioso por lo que consideraba una traición por parte de Velen y el demonio juró perseguirlos hasta darles caza a él y al resto de los draenei hasta los confines del cosmos si fuera necesario.
La Legión persiguió a los draenei durante miles de años. Los draenei visitaron numerosos mundos y exploraron gran parte del cosmos conocido en su búsqueda de un puerto seguro. Pero la Legión no cejaba en su persecución. Mientras tanto, los enigmáticos naaru bendijeron a los draenei con el conocimiento y el poder de la Luz. Explicaron que había otras fuerzas en el cosmos que se alzarían contra la Legión Ardiente. Un día, los naaru los reunirían en un solo ejército de la Luz imparable. Profundamente impresionados por las palabras de los naaru, los draenei juraron honrar a la Luz y seguir los altruistas ideales naaru.
Finalmente, Velen y sus draenei se asentaron en un mundo remoto y tranquilo que parecía el refugio ideal. Lo llamaron Draenor o "Refugio de los Exiliados" y aquí volvieron a cultivar su tranquila sociedad de nuevo. Temerosos de ser descubiertos de nuevo por las fuerzas de Kil'jaeden, Velen y sus místicos mantuvieron su magia oculta durante generaciones.
Con el tiempo, los draenei conocieron y confraternizaron con los chamánicos clanes orcos que ya habitaban en las tranquilas praderas del sur de Nagrand. Aparte de dedicarse a un comercio limitado, los draenei y los orcos se veían los unos a los otros con respeto, pero no se relacionaban entre ellos.
A pesar de la precaución de los draenei, Kil'jaeden descubrió su refugio secreto en Draenor. Aprendió más del mundo y de sus habitantes, y se interesó por la poderosa raza orca. Un plan surgió en su mente y el señor demoníaco comenzó a reír. Podía ver cómo convertir a los orcos en los instrumentos de su ira. Sólo era cuestión de tiempo y de presión.
Kil'jaeden comenzó a corromper a los orcos, primero mediante el anciano chamán Ner'zhul y después a través de su aprendiz, Gul'dan. Los clanes orcos se dedicaron al arte de la guerra y a crear una Horda única y asesina. Incluso los chamanes más sabios aprendieron brujería y abandonaron las enseñanzas que antes habían venerado.
Cuidadosamente manipulados para pasar de un estado de cautelosa aceptación a una rabia y sed de sangre ciegas, los orcos atacaron a los draenei. Este sangriento conflicto duró casi ochenta años, pero el triunfo de los orcos era inevitable. Los draenei eran poderosos gracias a los poderes que les concedió la Luz, pero la demoníacamente enloquecida Horda lo era más. Los orcos mataron a cerca del ochenta por ciento de la raza draenei e obligaron a huir al resto en busca de seguridad a los rincones más remotos del planeta.

Después, los draenei que habían luchado contra la Horda y consiguieron sobrevivir descubrieron que habían sido afectados por las viles energías que utilizaban los brujos orcos. Estos draenei han mutado desde entonces en formas menores, creando una serie de subespecies. Los Tábidos y Los Perdidos (como se ve más arriba) son dos de esas ramas genéticas. Sus cuerpos alterados solo tienen un ligero parecido con los orgullosos draenei que fueron en el pasado y muy pocos conservan su cordura.

25 jul 2007

RECONSTRUCCION














Deses después, Dar'khan, el traidor (ahora un poderoso agente de la Plaga) volvió a Quel'Thalas. Allí luchó contra el avatar de la Fuente del Sol, Anveena y un grupo de héroes ayudados por dragones azules. A pesar de la magia que poseía, Dar'Khan fue finalmente destruido. Bajo la atenta protección de Lor'themar y Halduron, Anveena ha decidido quedarse en la ciudad en ruinas y comenzar el proceso de renovación.
Solo un puñado de personas saben que Anveena es el mismísimo avatar del poder de la Fuente del Sol. Lor’themar y su gente mantienen este secreto muy bien guardado.
Mientras tanto, Rommath y la nueva orden de elfos magi han hecho grandes progresos en enseñar a sus congéneres a manipular energías arcanas. Pronto las torres de Lunargente se volvieron a alzar hacia el cielo, impulsadas por magia volátil. Los elfos de sangre han llegado incluso a retomar partes del bosque Eversong. Envalentonados por la promesa del retorno de Kael’thas, el desanimado pueblo del príncipe ahora se centra en recuperar su fuerza y forjar un nuevo camino hacia un futuro incierto.

LEVANTAMIENTO DE LOS ELFOS DE SANGRE













El Príncipe Kael’thas era el último de la línea real y un miembro del consejo gobernante de Dalaran, el Kirin Tor. Cuando la Fuente del Sol fue profanada, él se encontraba estudiando magia en Dalaran. Volvió para encontrarse su hogar natal en ruinas y a la mayor parte de su pueblo asesinado. Se percató que los elfos nobles que habían sobrevivido estaban sufriendo el mismo letargo que había aparecido por su pérdida de la magia. Decidido a salvar lo que pudiera, Kael’Thas reunió a los supervivientes y los llamó los sin’dorei, o “elfos de sangre” en honor a los que habían caído ante la Plaga.
Sediento de venganza, el Príncipe Kael'thas y sus guerreros más sanos se unieron de inmediato a la campaña contra la Plaga en Lordaeron, mientras que Lor’themar y un explorador llamado Halduron Alasol se quedaron atrás para salvaguardar la tierra y buscar un remedio para su pueblo.
Cuando se unieron a las fuerzas de resistencia de la Alianza, Kael’Thas y su pueblo se encontraron con la sospecha y la hostilidad abierta, sobre todo por parte del Gran Mariscal humano Garithos. Garithos encomendaba misiones cada vez más difíciles a los elfos de sangre, hasta que Kael'Thas se vio obligado a aceptar la ayuda de Lady Vashj y sus nagas. Cuando Garithos descubrió que los elfos de sangre estaban trabajando con los nagas, supo que su desconfianza estaba bien fundada. Encarceló a los desventurados soldados elfos de sangre en las mazmorras de Dalaran y los sentenció a muerte.
Por suerte para Kael’thas, Lady Vashj llegó a tiempo para liberar a los prisioneros. Ella los condujo hasta el portal que Kel’Thuzad había abierto durante la Tercera Guerra para permitir la entrada de Archimonde en Azeroth. Kael’thas y sus guerreros siguieron a la naga a través del portal hasta el reino destrozado de Terrallende. Allí, los elfos conocieron al único ser capaz de poner fin a su dolorosa hambre: el demonio renegado Illidan Tempestiva.
La mayor parte del grupo de Kael’thas prefirió quedarse en Terrallende, pero Rommath fue enviado de vuelta para llevar un mensaje de esperanza a los elfos de sangre que quedaban en Quel’thalas. Rommath cumplió su misión: relatando historias de una gloriosa tierra prometida, difundiendo las enseñanzas de Illidan (enseñanzas que Rommath atribuyó al Príncipe Kael’thas) y sembrando la idea de que Kael’thas podría volver algún día para llevar a su gente al paraíso. Rommath lleva desde entonces en Quel’Thalas ayudando en su reconstrucción y esperando el retorno del príncipe.

21 jul 2007

HISTORIA DE LOS ELFOS DE SANGRE

CONTINUACION
Sedientos de venganza, los trols Amani se unieron y lanzaron una terrible campaña para destruir a la civilización elfa para siempre. Los elfos nobles estaban totalmente superados en número. El rey de Quel'Thalas, Anasterian Sunstrider, buscó desesperadamente aliados que le ayudaran en la guerra y por este motivo el rey formó coalición con la nación humana de Arathor.

Los elfos enseñaron a unos pocos humanos a usar la magia. Con estos nuevos magi y los ejércitos de Arathor, los elfos nobles resultaron airosos destruyendo la base de poder trol. El imperio Amani nunca se recuperaría por completo de su derrota.

Quel’Thalas se había salvado y los elfos nobles juraron lealtad y amistad a la nación de Arathor y a la línea de sangre de su rey, Thoradin. El resultado de la alianza entre Arathor y Quel’Thalas fue en nacimiento de la nación de magos de Dalaran donde los humanos y los elfos estudiarían magia durante los años venideros.
Los aislacionistas elfos no prestaron mucha atención a los sucesos de la Segunda Guerra. Sin embargo, proporcionaron apoyo a la Alianza de Lordaeron, ya que el último descendiente del Rey Thoradin, Lord Anduin Lothar, dirigía las fuerzas militares de la Alianza. Los elfos nobles no habían olvidado su juramento.
Durante la Tercera Guerra, el malvado príncipe Arthas Menethil arrasó Quel'Thalas, exterminando a casi toda su población y reduciendo grandes extensiones del poderoso reino a cenizas en su búsqueda de la Fuente del Sol. Pero no todos los que cayeron ante Arthas permanecieron muertos: su valiente archienemiga, la General Especialista Silvanas Brisaveloz fue alzada como no-muerta para servir al despiadado príncipe como una poderosa y atormentada alma en pena.

Cuando los ejércitos no-muertos se acercaron a la Fuente del Sol, un elfo noble llamado Dar'Khan Drathir (que esperaba ganarse el favor del Rey Exánime) ayudó a Arthas, bajando los escudos que rodeaban la Fuente del Sol. Su traición dio lugar a una explosión que lo dejó inconsciente y dispersó la mayor parte de las energías de la Fuente del Sol.

El mago Borel (también conocido como Krasus y el dragón Korialstrasz) sintió cómo se liberaba la energía mística y tuvo éxito al atrapar una parte de ella dentro de un avatar que se hacía pasar por una joven humana, Anveena. Ignorando la hazaña de Borel, Arthas usó las energías restantes de la Fuente del Sol para reanimar el espíritu de Kel’Thuzad en la forma de un exánime de pesadilla.

Como resultado de la batalla, el rey Anasterian yacía muerto junto a los miembros de la Asamblea de Lunargenta, el cuerpo gobernante de los elfos nobles. Lor’theman Teron, segundo al mando de Sylvanas Brisaveloz, asumió el liderazgo de los elfos nobles temporalmente, en nombre del verdadero heredero del trono, el Príncipe Kael’Thas Sunstrider que todavía estaba en Dalaran. Los pocos elfos nobles que sobrevivieron a la invasión de la Peste pronto enfermaron y se volvieron apáticos.

Estaba claro que se habían vuelto adictos a las energías arcanas de la Fuente del Sol. Al estar siendo recargados constantemente de magia había cambiado su raza de forma fundamental. Ahora que la fuente de su magia había desaparecido, estaban conociendo los afilados colmillos del mono.

Entonces la Horda reclutó a trols Amani para sus filas. Poco después, la Horda quemó las tierras fronterizas de Quel’Thalas y masacró a muchos civiles elfos nobles. Furiosos ante esta destrucción de la vida, los elfos dedicaron todos sus recursos a la guerra.

Para cuando se consiguió rechazar a la Horda, los orcos y los trols ya habían logrado su verdadero objetivo: robar y profanar muchas de las Runestones del escudo defensivo elfo. El brujo Gul'dan utilizó las piedras robadas para crear su malvado Altar de la Tempestad.

Pero a pesar de esto, la Alianza ganó la Segunda Guerra y la mayor parte de los orcos derrotados fueron enviados a campos de internamiento. Tras la guerra, el coste de la reconstrucción fue significativo, sobre todo cuando se le añadía el de mantener los campos de internamiento. Sin un enemigo común, las naciones humanas empezaron a discutir por territorios. Para empeorar las cosas, los elfos nobles se separaron abruptamente de la Alianza, culpando al pobre liderazgo humano de los bosques quemados de Quel'Thalas. Los elfos nobles se fueron distanciando más y más de sus aliados humanos y enanos.

18 jul 2007

HISTORIA DE LOS ELFOS DE LA SANGRE


Hace miles de años, los altonatos exiliados llegaron a las costas de Lordaeron y fundaron el reino mágico de Quel'Thalas. Estos elfos nobles, como se hacían llamar, crearon una fuente enorme de energía mágica en el corazón de su tierra: la Fuente del Sol. Con el paso del tiempo, a pesar de las amargas lecciones que habían aprendido en épocas pasadas, comenzaron a depender de la energía inestable de la Fuente del Sol.


Durante la Tercera Guerra, el malvado Príncipe Arthas invadió Quel'Thalas y redujo a escombros y cenizas al el que en otra época fue un poderoso reino. Su ejército de no-muertos exterminó a casi el noventa por ciento de la población de elfos nobles. Además, utilizó las energías de la Fuente del Sol para resucitar a Kel'Thuzad, un poderoso exánime no-muerto, y de paso contaminar las aguas místicas de la Fuente. Los escasos supervivientes, al darse cuenta de que les habían apartado de la fuente de su poder arcano, se volvieron cada vez más desesperados e intranquilos.


Justo en el peor momento para los elfos llegó Kael'Thas Sunstrider, el último del linaje real de Quel'Thalas. Kael, como era comúnmente conocido, sabía que lo que quedaba de su pueblo no sobreviviría mucho tiempo sin alimentarse de la magia que antes les daba fuerza. Dió a su pueblo el nombre de elfos de sangre en honor de sus compatriotas caídos, les enseñó a absorber las energías místicas ambientales (incluso las demoníacas) para poder saciar su terrible sed de magia. En busca de un nuevo destino para su pueblo, Kael'Thas se aventuró en el lejano mundo de Terrallende, donde se encontró con elfo de la noche caído, Illidan. Bajo su tutela, Kael y sus elfos de sangre han recuperado gran parte de su antiguo poder.


Por desgracia, su costumbre de abrazar energías demoníacas tuvo como resultado que sus antiguos camaradas de la Alianza los expulsaran de la misma. Por esta razón, los elfos de sangre que se quedaron en Azeroth acudieron desesperados a la Horda para que les ayudasen a llegar a Terrallende, para reunirse con Kael'Thas y alcanzar el glorioso destino que les prometió.


CONTINUARA